ACTITUD ANTE UN ENFERMO HIPERTENSO


El paciente hipertenso puede acudir al médico por primera vez a causa de su hipertensión o habiendo recibido ya tratamiento hipotensor. Si el control tensional no es satisfactorio cuando acude a un nuevo médico, es preferible suspender toda medicación y empezar de nuevo, a menos que la importancia de la hipertensión lo contraindique. La decisión de iniciar tratamiento farmacológico dependerá de la gravedad de las cifras tensionales, de la repercusión sistémica de la hipertensión y de la presencia de otros factores de riesgo asociados. La hipertensión grave o asociada a una enfermedad cardiovascular evidente, a insuficiencia renal o una retinopatía hipertensiva requiere tratamiento desde la primera visita. Las urgencias hipertensivas y la hipertensión complicada (accidente vascular cerebral, aneurisma aórtico, etc.) requieren hospitalización inmediata. Los demás hipertensos deberían visitarse 2 o 3 veces, con intervalos de 1-4 semanas, durante el tiempo de estudio y exploraciones, antes de iniciar el tratamiento. Las cifras tensionales serán más bajas en las sucesivas visitas.
La falta de efectividad del tratamiento puede deberse a:
a) dosis insuficiente;
b) ingesta excesiva de cloruro sódico o ganancia de peso;
c) uso concomitante de anticonceptivos, antiinflamatorios no esteroides, simpaticomiméticos o glucocorticoides;
d) existencia de una hipertensión secundaria no diagnosticada o desarrollo de una estenosis ateromatosa de la arteria renal;
e) escaso cumplimiento del paciente. Este último factor es muy importante para obtener una eficacia continuada, como requiere el tratamiento de la hipertensión arterial. El paciente debe conocer sus cifras tensionales y saber que la hipertensión es un factor de riesgo vascular que condiciona una menor longevidad. Asimismo, se le debe explicar que la hipertensión casi nunca da síntomas, y que éstos no sólo no indican los niveles tensionales sino que muchas veces la sintomatología aparece al iniciar el tratamiento.
Éste no cura la hipertensión sino que controla sus cifras. Una vez iniciado el tratamiento, muy rara vez puede suspenderse.
Si se retiran los fármacos, la presión arterial asciende a los niveles previos en espacio de semanas o meses. No obstante, debe suspenderse ante un paciente ya muy senil, una enfermedad intercurrente importante o cirugía. Una vez lograda la normotensión continuada durante 6-12 meses puede, no obstante, intentarse una reducción de las dosis (step down).
Entre los factores que influyen en la falta de cumplimiento cabe citar: la actitud del médico hacia el enfermo y su enfermedad, los efectos indeseables de la medicación, el número de fármacos prescritos, la ignorancia sobre la hipertensión por parte del paciente, una condición socioeconómica baja, la obesidad, diferentes médicos en la visita ambulatoria, etc.
La falta de colaboración del paciente y el fracaso de su control periódico dependen en gran medida de la relación médico-paciente. La pérdida de seguimiento del paciente es la causa más importante de morbilidad y mortalidad de los hipertensos.
El médico de familia puede ser más efectivo que un especialista hospitalario.
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