¿COMO CLASIFICAR LOS EJERCÍCIOS FÍSICOS?


Según autores americanos, los podemos clasificar en:
Ejercicios de fuerza, caracterizados por la fuerza de, contracción muscular, con producción de gran cantidad de trabajo y participación de muchos músculos, pero sí consumo de demasiada energía nerviosa. Tenemos como tales el levantamiento de peso, la lucha libre, lanzamiento de peso y martillo.
Ejercicios de agilidad, caracterizados por la rapidez de la contracción muscular, sin la participación de muchos grupos musculares. Tenemos el tenis, la esgrima, el remo y todos los ejercicios atléticos (excepto la marcha y el maratón); es decir, aquellos en los cuales las exigencias de energía nerviosa sean muy variables.
Ejercicios de duración, como el ciclismo, la marcha, el maratón; es decir, los deportes denominados "de fondo", en los que la fuerza muscular empleada es moderada en cuanto al tiempo que se realiza, pero desarrollada durante más tiempo.
¿Por qué esta clasificación en función del consumo de energía?
Porque es necesario conocer que la actividad deportiva, como cualquier otra (profesional o recreativa), requiere un consumo de energía, es decir, cualquier persona que ejerza una actividad física "consume" una determinada energía, y este "gasto energético", que también así se denomina, se mide en "calorías". Se habla en deporte de "consumo energético" o también de "gasto calórico", ya que la energía consumida por la producción del trabajo muscular quema los principios inmediatos necesarios para darnos la energía.
En principio las exigencias energéticas dependen del tipo de ejercicio físico (cada deporte tiene un gasto calórico distinto), pero es conveniente precisar que el gasto energético o calórico varia sensiblemente en el marco de un mismo deporte.
Podemos decir que este gasto energético o calórico depende de:
a) Factores individuales como la edad, el sexo, peso estatura, constitución, raza etc. El adolescente por ejemplo, tiene mayores necesidades calóricas que el adulto, como asimismo tiene más elevadas sus necesidades calóricas un atleta de 1,90 metros de estatura con 86 kilos de peso que otro de menor talla.
b ) Condiciones climáticas ambientales. Un ejercicio realizado en un ambiente con temperatura inferior a la del organismo requiere un consumo mayor de energía debido a que una buena cantidad de energía calórica se utiliza para mantener estable la temperatura corporal. Naturalmente en el desarrollo de un esfuerzo sólo deben ponerse en actividad los músculos necesarios para evitar el desperdicio de energía. Normalmente para desarrollar un ejercicio en condiciones físicas y psíquicas óptimas se deben valorar siempre atentamente las condiciones del ambiente en el cual se realiza el mismo.
Las condiciones de los ambientes abiertos, como temperatura, grado de humedad y ventilación, se deben valorar también pues en el campo competitivo pueden influir de manera decisiva.
No menos importantes son, asimismo las normas higiénico-sanitarias que todo deportista debe conocer y respetar para una perfecta eficiencia psicofísica y un óptimo rendimiento. Nos referimos a las normas alimentarias, al reposo a la actividad sexual, al uso de fármacos, etc.
Al hablar de conocimiento y respeto de normas higiénico-sanitarias hemos de acudir al control médico, a una rama de la medicina que no está solamente orientada hacia el conjunto de situaciones patológicas susceptibles de incapacitar al atleta, sino que cubre las respuestas a preguntas tan corrientes a los médicos de familia como éstas:
Doctor, ¿puedo practicar sin inconveniente el ciclismo, el esquí de fondo, la excursión a pie o cualquier otro deporte?
¿Qué deporte aconsejaría usted a mi hijo?
Tengo cincuenta años, ¿qué tipo de actividad al aire libre me recomienda?
En ocasiones la contestación correcta a estas preguntas es muy difícil, ya que debemos conocer si no existen contraindicaciones en la práctica de tal o cual ejercicio o bien cuál es la actividad física más indicada en cada caso pero es indudable que entre todas las preguntas existe una correlación en cuanto al esfuerzo y el estado del individuo, relación que el médico especialista debe intentar dar respuesta preguntándose:
¿Puede repercutir favorablemente en el estado del individuo la práctica de tal o cual deporte? ¿Es esta actividad física la adecuada a su estado? ¿Puede con su estado actual alcanzar los fines propuestos?
Ante estos interrogantes importantísimos para la práctica de cualquier ejercicio físico, surgen una serie de elementos que deben ser considerados en primer Iugar.
Algunas afecciones, como las enfermedades infecciosas evolutivas, las cardiopatías con alteraciones de circulación y grandes esfuerzos coronarios y las enfermedades renales crónicas son contraindicaciones suficientes para prohibir el ejercicio físico.
Otras enfermedades como las metabólicas, principalmente la diabetes, o psíquicas, como la epilepsia, son más problemáticas a este respecto, pues es muy discutible el aplicar sistemáticamente una serie de normas prohibitivas para la práctica de una u otra actividad. Ha de tenerse en cuenta que las contraindicaciones formales para la práctica de un ejercicio son relativamente excepcionales en aquellas personas que manifiestan el deseo de practicar una actividad física determinada.
Es imprescindible tener en cuenta una serie de matices, entre los cuales el factor fundamental lo determina la enfermedad. No cabe duda que dicho factor debe ser valorado en cuanto a su gravedad o grado de evolución, pero es fundamental su estimación en función de la "intensidad" con que ha de practicarse dicho deporte. No tiene la misma repercusión orgánica ni evolutiva un ejercicio físico realizado con fines de educación o distracción que otros practicados como competición.
"El factor psíquico del individuo es siempre básico para una buena práctica deportiva".
Cuando un ejercicio puede agravar o desencadenar la agudización de una enfermedad, la exclusión de su práctica es imperativa, pero no siempre la persona acepta de buen grado su limitación o prohibición, tal es el caso de enfermos coronarios, diabéticos, hipertensos o asmáticos, que no ven su enfermedad como causa principal de su incapacidad.
No existe hoy día la menor duda, en la necesaria práctica de la actividad física, en el hombre moderno, pero con el examen y consejo del médico que tendrá por objeto identificar las limitaciones individuales, valorar el riesgo que impida la actividad deportiva y adaptar ésta al estado del individuo.

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