HEMORRAGIA GRAVE


El síntoma peligroso de la hemorragia grave es el shock o colapso de la circulación sanguínea. Cuando se pierde gran cantidad de sangre, el resultado inmediato es la disminución en la presión sanguínea. Los vasos sanguíneos se constriñen incrementando la resistencia al flujo sanguíneo para mantener la presión. A pesar de esto y contando con el trabajo extra realizado por el corazón, el flujo sanguíneo tisular puede caer. El riesgo puede ser fatal, ya que los tejidos vitales (particularmente el cerebro) no puede sobrevivir sin oxígeno, aunque el organismo intenta sustraer sangre de otras zonas del cuerpo a los órganos vitales (cerebro, pulmones y corazón).
El shock se suele acompañar de sed intensa, al faltar fluido intravascular, y esto se traduce en palidez de la piel, la cual aparece fría, en un pulso débil y en una respiración rápida definida como "disnea paroxística", ya que el paciente intenta llevar el máximo de oxígeno a la sangre mediante una respiración más eficaz.
Cualquiera que pierda más de la cantidad crítica de sangre, está expuesto al shock y necesita una transfusión sanguínea inmediata para restituir el volumen sanguíneo perdido.
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