PROTEÍNAS


Las proteínas, o prótidos, constituyen la base de todos los organismos vivos, animales y vegetales, y son esenciales para la actividad metabólica de las células.
Las proteínas son objeto de numerosas falsas creencias, como por ejemplo que adelgazan. En realidad, un gramo de proteínas aporta 4 calorías (como los glúcidos o los carbohidratos). Si la dieta es demasiado rica en proteínas, una parte se convierte en grasa y la otra se destruye inmediatamente, para luego ser eliminada en forma de urea.
El organismo no es capaz de almacenar proteínas, sólo acumula grasa.
El cuerpo humano utiliza 20 aminoácidos, que son los elementos constituyentes de las proteínas. Nueve de ellos se denominan esenciales y deben ser aportados por la alimentación. Los otros once pueden ser sintetizados por el propio organismo a partir de otros elementos. Las proteínas alimenticias son indispensables para la regeneración y la vida de los tejidos, el desarrollo del feto, la lactancia y el crecimiento del niño, el crecimiento del cabello y de las uñas, y para la producción de algunas hormonas y enzimas. Además, son uno de los principales componentes del sistema inmunitario y permiten el transporte de las sustancias nutritivas en la sangre.
El tejido muscular, en particular, está compuesto en gran parte por proteínas, que representan aproximadamente el 75% de los materiales sólidos del organismo.
La aportación mínima de proteínas alimenticias se calcula en gramos por kilo de peso corporal (g/kg). Así, la aportación proteica mínima debe ser de 0,9 a 1 gramo por kilo en el recién nacido, y de 0,8 a 1 gramo por kilo en el niño de 1 a 3 años y en el adolescente en plena fase de crecimiento. Las necesidades mínimas en el adulto son de unos 0,36 gramos por kilo, aportación que debe duplicarse en el embarazo y durante la lactancia. Estas cantidades deben multiplicarse por dos para obtener la dosis proteica óptima, que previene cualquier carencia.
Una dieta normal, a base de verduras, cereales y moderadas cantidades de sustancias animales, suele cubrir las necesidades proteicas. Así, 100 gramos de rosbif contienen 25 gramos de proteínas, es decir, la mitad de la aportación diaria recomendada para un adulto de 70 kgs.
La carencia proteica es el origen de muchos trastornos que obstaculizan el desarrollo del feto o el crecimiento del niño, ponen en peligro el sistema inmunitario o comprometen la convalecencia tras una enfermedad grave, como el cáncer. Otra enfermedad causada por la carencia de proteínas es el kwashiorkor. Se trata de un grave síndrome debido a la malnutrición. Afecta a los niños después del destete y está difundido sobre todo en las regiones tropicales pobres.
En la mayoría de los países industrializados, la alimentación es demasiado rica en prótidos. El excesivo consumo de proteínas comporta una sobrecarga de trabajo para los riñones, responsable de la eliminación de las toxinas (urea, ácido úrico) derivadas de las proteínas.
Muchos alimentos ricos en proteínas lo son también en grasas (carne, leche, queso, nueces...). Por consiguiente una alimentación demasiado rica en proteínas aporta un exceso de grasas y calorías que puede provocar enfermedades como la obesidad, la arteriosclerosis y los trastornos cardíacos.
Se recomienda un régimen alimentario pobre en proteínas para las personas que sufren insuficiencia renal, gota y algunos trastornos del metabolismo.
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