PREVENCIÓN DE ACCIDENTES EN ACTIVIDADES SUBACUÁTICAS
Resulta evidente la atracción del ser humano por el mar, e incluso se acepta que, en el proceso evolutivo, la vida sobre el planeta Tierra se inició en las aguas. Sin embargo, el hombre es un ser terrestre incapaz de respirar bajo el agua, que, además, inmerso en este medio ve y oye mal, requiriendo enormes cantidades de energía para calentarse y que no puede resistir sin sufrir graves inconvenientes las variaciones de presión que reinan en las diferentes profundidades.
Los maravillosos paisajes submarinos sólo pueden ser contemplados en vivo por personas física y psíquicamente aptas, con voluntad férrea y conocimientos precisos de las modificaciones de todo tipo que puede experimentar su organismo. No queremos decir que la práctica del buceo esté restringida a "supermanes" de figura atlética, pues muchos individuos con secuelas de parálisis infantil y otros tipos de hándicaps físicos han resultado inmejorables deportistas. Simplemente los practicantes de estas actividades han de estar física, psíquica y técnicamente preparados. Los principiantes han de seguir la "regla de oro" del aficionado: No bucear nunca en solitario ni con personas desconocedoras de las mínimas precauciones relativas a esta apasionante práctica deportiva.
El submarinismo se rige por unas leyes físicas y fisiológicas que deben ser conocidas para reducir al mínimo la probabilidad de un accidente. Desde el teorema de Arquímedes: "Todo sólido sumergido en un líquido experimenta un empuje vertical ascendente igual al peso del volumen del líquido desalojado." Como consecuencia de esta ley física, al introducirnos en el agua tendemos a flotar en mayor o menor grado y cuando intentamos bucear análogamente experimentamos una fuerza de ascenso que nos acerca a la superficie libre del agua. Otras leyes físicas permiten interpretar los fenómenos que sobrevienen en un organismo que profundiza bajo el agua (Boyle-Mariotte, Dalton o Henry, por ejemplo) deben ser tenidos en cuenta por los submarinistas y sus monitores, pues comprendiendo las relaciones "causa-efecto" es más difícil ignorar las enseñanzas precisas para salvaguardar la propia salud e incluso la vida.
