LAS RADIACIONES SOLARES


Las radiaciones que recibimos del Sol en la Tierra después de haber traspasado la ionosfera o zona exterior del planeta, las podemos describir según el cuadro adjunto:
Ultravioletas medias: 290 320 nm.
Ultravioletas próximas 320-380 nm.
Luz visible: 380-720 nm.
Infrarrojos próximos: 7201,5 nm.
Infrarrojos medios: 1,55,6 nm.
Infrarrojos lejanos: 5,61 nm.
Se ha descrito este cuadro de radiaciones solares porque es inevitable que quien quiera conseguir un "bronceado rápido", aun empleando todo tipo de aceites, cremas y aerosoles, pase inevitablemente por el "eritema solar", que se debe a la acción de las radiaciones solares, con una longitud de onda situada entre los 290 y 320 nm.; es decir, en el espectro de los ultravioletas medios.
Normalmente se admite que las radiaciones solares inferiores a 290 nm. son absorbidas por el ozono atmosférico variando la cantidad retenida por la atmósfera según la hora del día, la estación del año, la latitud y la cantidad de partículas y sustancias en suspensión en el aire. Como se ha dicho, los ultravioletas medios son los responsables del eritema solar (enrojecimiento de la piel), primer paso para el bronceado, pero en nuestras latitudes una exposición prolongada al sol (dos horas al mediodía) puede también producirlo, aunque las radiaciones solares sean de longitud corta, como las comprendidas entre los 320 y los 400 nm., pese a tener protecciones de cremas y pomadas.
El bronceado: El bronceado se produce por fenómenos muy complejos y en parte todavía hoy desconocidos, pero de forma simplista estos fenómenos quimiobiológicos los podemos sintetizar de la siguiente manera: parece ser que la piel, al recibir las radiaciones ultravioletas medias, por motivo de su calentamiento, da lugar a una dilatación de los vasos sanguíneos, que van a poner en marcha una serie de reacciones químicas y celulares. Así, en principio la piel se torna más gruesa y más roja por la vasodilatación, la cual, por las reacciones químicas de la melanina, hará que la piel se torne más oscura, es decir, se broncea.
Fotesensibilización: Cuando en el sujeto expuesto a los rayos solares no reacciona su piel de forma normal, es decir, no adquiere un bronceado por la reacciones quimibiológicas explicadas, hablamos de anormalidad reactiva a las radiaciones solares y a la luz; estamos hablando entonces de fotosensibilización, que en la actualidad aparece con bastante frecuencia, y puede ser debida:
a) Por fototoxicidad de una sustancia absorbida o puesta en contacto con la piel, que al recibir los rayos solares actúa como intoxicante.
b) Reacciones alérgicas a la luz o fotoalergias, que son muy raras.
c) Cuando la persona tiene una enfermedad metabólica y tiene reacciones anormales a la luz.
La fototoxicidad se debe a la presencia de una sustancia que actúa como reactógena; hoy día las circunstancias ambientales contaminantes, más la necesidad social de broncearse, para presumir de vacaciones, hace que su número haya aumentado considerablemente.
Estas sustancias reactógenas pueden ser de dos clases:
1.ª Por medicamentos, que tienen elementos químicos que actúan como sensibilizantes, es decir, aumentando la acción radioactiva de los rayos solares y luz. Son: tetraciclinas, que dan lugar a eritema; sulfamidas antibacterianas y sulfamidas hipoglucemiantes (las que usamos para combatir una infección o las que usan los diabéticos para disminuir la glucosa); ambas producen eritema y alergia.
Existen otras muchas variedades químicas que no son tan frecuentes de uso en la población, por lo cual no se hace referencia al caso.
2.ª Existen otras sustancias que actúan por contacto, como son, especialmente, las zanahorias, el apio y la esencia de pomelo.
La esencia de bergamota, que se incluye en la mayoría de las colonias, puede originar pigmentaciones en mancha.
Normalmente los extractos de bergamota, que son las "furocumarinas", se utilizan en las cremas y sprays, que favorecen el bronceado.
Todos estos medicamentos y sustancias que actúan por contacto dan lugar a una reacción fototóxica que se presenta como una agravación del normal eritema solar del bronceado. Así, aparece inflamación, o edema doloroso de la piel, y ampollas en las regiones expuestas al sol. Son, pues, reacciones anormales y exageradas de las reacciones de la piel ante un bronceado corriente.
Reacciones fotoalérgicas: Como su nombre indica, nos traduce la "anormal capacidad reactiva de la piel" ante los rayos luminosos. Generalmente hay unos síntomas precoces, como suele ser la picazón ante los efectos lumínicos, para posteriormente, a las veinticuatro horas, aparecer una urticaria por toda la zona expuesta, que se caracteriza por abones y ampollas más o menos voluminosas. Esta reacción de la piel se produce a pesar de no estar mucho tiempo expuesto a los rayos solares.
Reacciones por alteraciones metabólicas: Son reacciones anormales de la piel en sujetos afectos de enfermedades metabólicas, como puede ser la "porfiria", no muy frecuente, pero que su descripción entra dentro del campo de la medicina.
Existen otra serie de consecuencias anormales, y algunas veces graves, cuando la exposición a las radiaciones solares se hace de forma exagerada; tales son la:
Deshidratación: Cuando personas de edad madura y delgadas, sobre todo del sexo femenino, toman exageradamente el sol, pueden dar lugar a una deshidratación de la zona, sobre todo la cara, dándoles un aspecto de "cara de momia", de piel seca y surcada de arrugas. Generalmente estas alteraciones sólo duran el tiempo de exposición al sol.
Pero no sólo es la deshidratación los efectos más inmediatos; la persistencia en el bronceado nos puede llevar a producir un efecto degenerativo de las capas de la piel; se quiere decir que las radiaciones solares absorbidas indiscriminadamente y durante tiempo exagerado, sobre todo en personas de piel muy blanca y con "pecas", están especialmente predispuestas a padecer enfermedades graves de la piel. Estos son hechos comprobados científicamente.
Cómo broncearse científicamente. Para llevar a cabo un bronceado lo más fisiológico posible hemos de tener en cuenta el tipo de piel, si tenemos suficiente pigmento melánico y la sensibilidad a los rayos ultravioleta. En los dos extremos de esta clasificación nos encontramos, por un lado, los albinos, que no poseen filtro melánico, y, por otro, no poseen ninguna protección natural eficaz contra los rayos ultravioletas, y, por el otro, al negro "de ébano", que, por todo lo contrario, posee una excelente protección.
En medio de estos extremos tenemos:
Los pelirrojos de piel blanca, con gran parecido a la leche, piel lechosa, son particularmente sensibles a los rayos ultravioleta, estando sujetos a todo tipo de reacciones cutáneas durante la exposición solar. No llegan a adquirir un tono moreno, sino un ligero tostado, que les protege muy poco de la acción de los rayos solares.
Los rubios de piel blanca sufren los mismos efectos que los pelirrojos. No adquieren nunca un bronceado protector y la exposición prolongada a los rayos solares puede ocasionarles gran eritema solar.
No ocurre así con los rubios de piel oscura y los castaños de piel clara, que generalmente son sensibles a la primera exposición, pero posteriormente desarrollan un bronceado tenue, pero suficiente para protegerlos de los rayos solares.
Los morenos de piel oscura son los más protegidos; no son sensibles al sol nada más que al comienzo de la exposición solar; posteriormente adquieren un bronceado oscuro y protector al máximo.
Podemos, pues, decir que el bronceado protector de la piel está en función de:
a) Disponer de un filtro natural, que nos lo proporciona nuestra reserva en melanocitos, según el color de la piel.
b) Aplicar un filtro externo, artificial, que estará siempre en función del filtro natural o categoría de nuestra piel.
De forma que un albino, que no posee ningún filtro natural, necesitará durante toda la exposición un filtro artificial que le proteja continuamente de los rayos solares. El resto de tipos de piel, como desarrollan un filtro natural a partir de los primeros instantes de exposición solar, necesitarán un filtro o crema protectora de fuerte acción los primeros días, para que una vez desarrollado el filtro natural se reemplace por otra de menor poder protector; el tiempo de aplicación de estos filtros externos debe ser de unos quince días.
Tiempo de bronceado: Como mínimo es necesario un tiempo de ocho días para que la piel, protegida siempre por un filtro externo de gran protección, adquiera un grosor suficiente como primer paso para desarrollar la formación de melanina o filtro natural. Durante el primer período es necesario proteger la piel como he dicho para que no se produzcan quemaduras, lo cual supondría la no formación de la melanina y el adelgazamiento de la piel no llegándose a adquirir el bronceado.
El filtro, pues, tiene como objeto evitar este accidente y permitir que se forme el eritema, no la quemadura, como primer paso para la inducción de la formación de la melanina y como consecuencia adquirir el bronceado.
Preparados que aceleran el bronceado: Existen una amplia gama, pero entre los principales tenemos:
La bergamota, que es un producto muy sensibilizante que acelera efectivamente el bronceado, pero es muy peligroso para las pieles delicadas, y son estas personas quienes generalmente más lo usan por su gran deseo de ponerse morenos. No es aconsejable su uso, pues puede dar lugar a quemaduras si no se tiene gran precaución en la exposición al sol.
Los carotenos: Son sustancias químicas presentes en muchos alimentos, especialmente en las zanahorias, calabazas, albaricoques, etc.; como producto médico comercializado se encuentra este grupo químico en la vitamina A, la cual, tomada a grandes dosis, puede dar lugar a un pigmentado de la piel muy parecido al bronceado natural. Puede tomarse antes del verano para ir bronceado a la playa o bien para prolongar el bronceado adquirido. De todas formas, no es muy recomendable el uso frecuente de estos preparados, pues puede dar lugar a hipervitaminosis A.
Lámpara de broncear: Puede aceptarse con la finalidad de adquirir un filtro natural como preparación a la exposición solar. Pero se ha de tener en cuenta que sus efectos nocivos son iguales a los del sol, por lo cual se han de tomar las mismas precauciones apuntadas anteriormente.
Tiempo y lugar de exposición al sol: Los efectos de los rayos ultravioleta emitidos por el sol varían en función del lugar, alta montaña o mar, pues la capa atmosférica a atravesar está en función de la cantidad de ozono, de polvo y humedad que hará que los rayos sean de mayor o menor amplitud de onda.
Como principio se ha decir que la hora más peligrosa se sitúa entre las doce y catorce horas solares, debiendo, pues, evitarse las personas muy sensibles, aun a pesar de la protección de filtros externos.
Es asimismo recomendable que la exposición solar se haga de forma progresiva, limitándose el primer día a diez minutos e ir aumentando progresivamente cada ocho días, cuando se ha logrado formar ese eritema solar que dará lugar a la formación del filtro natural del bronceado.

Importante: La utilización de la información sobre medicamentos, dosis, tratamientos y prescripciones, deben ser supervisadas siempre por personal cualificado ya que pueden producir problemas o efectos secundarios. Recomendamos consultar siempre con su médico o farmacéutico. Tome los textos e información como simple orientación para su posterior contraste y verificación por profesionales de la medicina. MEDICINALwiki, no asume ninguna responsabilidad en relación con el material incluido en la web.
© Copyright . Todos los derechos reservados. MEDICINALwiki y el logo son marcas registradas por medicinalwiki.com o sus filiales.
Esta web utiliza cookies. Si continuas navegando, entendemos que las aceptas. Más