¿COMO EVITAR LAS LUMBALGIAS?


La forma más racional de evitar nuevamente una lumbalgia radica en no forzar innecesariamente las articulaciones vertebrales con trabajos o posturas a los cuales no estamos normalmente entrenados.
En los trabajos que normalmente realizamos al convivir con la naturaleza, es indudable que se deben hacer esfuerzos, pero si éstos se realizan en la forma postural adecuada, seguro que no serán nunca motivo o causa de lumbalgia.
Al coger un peso del suelo, una espuerta con abono o tierra, una mochila demasiado cargada, una gran piedra para hacer nuestra cocina campestre, normalmente inclinamos la cintura haciendo un ángulo de 90° para alcanzar el objeto del suelo; este forzamiento de articulación lumbo-sacra puede ser causa y motivo de que se promueva la lumbalgia.
Ante estas situaciones lo indicado es que la postura que adoptemos sea flexionar las piernas para alcanzar el objeto pesado y que sean las articulaciones de las rodillas las que aguanten el esfuerzo.
Igualmente puede decirse cuando se trata de alcanzar un objeto pesado, que se encuentra por encima de nuestra cabeza. Bajar una maleta del portaequipajes de un automóvil, una lata de pintura pesada de un estante alto, etc.; en estos casos es preferible colocarse a su nivel y evitar una postura forzada.
El traslado de objetos pesados, o relativamente pesados, que a nosotros, no acostumbrados, se nos hacen dura carga, se facilita cuando los mantenemos cerca del cuerpo.
Es importante, asimismo, tener en cuenta a la hora de embalar, de hacer paquetes o maletas, que son preferibles dos maletas, dos bultos, etcétera, que uno solo; el reparto proporcional del peso en dos brazos mantiene el equilibrio de la columna y no fuerza innecesariamente sus articulaciones.
Los pesos mantenidos cerca del cuerpo, igualmente, no desequilibran la postura erecta, por tanto, no fuerzan articulaciones, músculos o tendones de la columna. Debemos acostumbrarnos a trasladar estos pesos bien sobre la cabeza si tenemos práctica suficiente o bien apoyándolos en la cadera, en el hombro, sujetándolos contra nuestro pecho, antes que causando una postura lateral de esfuerzo por el traslado incorrecto de un peso considerable.
Pero en el desencadenamiento de una lumbalgia no sólo influye el traslado o movilización de pesos. Se producen estos accidentes igualmente en la conducción de un automóvil durante un tiempo prolongado, cuando la postura adoptada al acomodarnos en el asiento no guarda una serie de reglas para mantener nuestra columna en situación relajada. La buena costumbre de adaptar asientos anatómicos a los automóviles ha facilitado la correcta posición de los conductores, permitiendo prolongar el tiempo de marcha "al volante" aconsejable desde la óptica médica. Para evitar problemas de "dolores de espalda" y de cansancio muscular, la región dorsal debe apoyar totalmente en el respaldo del asiento anatómico y las piernas adoptar un ángulo mayor de 100º entre las pantorrillas y los muslos, debiendo descansar éstos por completo en el asiento. En esta postura la permanencia al volante resulta más descansada físicamente y tanto la espalda como las extremidades inferiores permanecerán relajadas. Otro motivo de frecuentes lumbalgias suele deberse a la movilización inadecuada de objetos pesados y de gran volumen. Las faenas caseras, incluidas las mudanzas, implican a menudo el arrastre y ubicación de armarios, aparadores y otros muebles de gran envergadura; su movilización requiere una fuerza de tracción, para lo cual suele emplearse más la musculatura que el discernimiento. Siempre es más práctico empujar que arrastrar, ya que así toda la fuerza se efectúa con las piernas, estando la espalda adosada al objeto que pretendemos mover, con lo que protegemos nuestro dorso de esfuerzos excesivos e incorrectos.
Las condiciones de acampada y vivaqueo, a pesar de los indudables adelantos y comodidad de los modernos equipos, nos enseñan que tras una noche durmiendo sobre el suelo, más o menos aislados por una "colchoneta térmica", las personas poco acostumbradas suelen levantarse con el cuerpo dolorido, especialmente en la zona lumbar. La adopción de "posturas fisiológicas adecuadas", el hábito en fin, nos permiten descansar sin ningún tipo de molestias posteriores.
En ningún caso hemos de dormir "boca abajo", pues con esta posición estiramos los músculos y tendones de las articulaciones de la columna vertebral a nivel lumbar (región posterior sobre los riñones), forzando toda la espalda y favoreciendo las causas de lumbalgia.
La columna se relaja y descansa mecánicamente al acomodarse a una superficie horizontal lisa y medianamente rígida, en la que la curvatura cervical (el cuello) se acople con una almohada ligera que no obligue a una presión excesiva.
Anatómicamente parece más aconsejable dormir "boca arriba" como la mejor postura de descanso. El decúbito lateral (descanso de costado), tanto sobre el lado derecho como sobre el izquierdo, es una posición alternativa suficientemente cómoda, siempre que la cabeza repose sobre una almohada pequeña que no sea más alta que el hombro del sujeto.
Aun teniendo en cuenta toda la serie de reglas o consejos apuntados, si en los días siguientes a nuestra estancia en el campo aparece una lumbalgia, ¿qué podemos hacer para aliviarnos? Ante una molestia de espalda que nos imposibilita incluso el poder movilizarnos normalmente, lo principal ante todo es el reposo en plano duro y la aplicación de una serie de maniobras caseras, la mayoría de las veces muy eficaces para una lumbalgia aguda de esfuerzo.
Comenzaremos, como he dicho, por mantener un reposo de la región lo más pronto posible. La cama, con una superficie dura debajo del colchón, es una de las formas más eficaces de mitigar el dolor. En nuestro botiquín de acampada o en el de nuestra casa de campo no pueden faltar las clásicas "aspirinas".
El ácido acetilsalicílico (AAS), como científicamente se denomina, es un producto antiinflamatorio y analgésico que mitiga el dolor, muy difundido y de unos resultados francamente buenos. Alivia el dolor, y la inflamación de la región lumbar si no hay lesiones mayores que requieran la intervención de un médico.
En estos casos el componente nervioso, ante la impotencia de no poder moverse, suele ser muy importante, por lo cual, junto a la aspirina administrada cada seis horas, podemos asociar un relajante, en estos casos denominado miorrelajante (hacen descansar los músculos), que produce la sedación y descanso de la zona afectada.
Normalmente la administración de estos medicamentos da lugar a una mejoría dentro de las primeras veinticuatro horas, pero si el cuadro es más agudo, lo podemos combinar con maniobras manuales en la región.
La aplicación de masajes musculares en la zona, cuando lo realizan "manos expertas", ha permitido obtener resultados muy brillantes sobre todo si la combinamos con la aplicación de "sprays antiinflamatorios", que producen una distensión muscular de la región y, por tanto, una sedación de los fenómenos dolorosos.
Cuando nos encontramos en nuestra segunda vivienda, no es raro que exista un "secador de pelo" eléctrico o de pilas; esta fuente de calor es muy útil, pues la aplicación de calor en la zona afectada actúa como descontracturante y alivia el dolor de inmediato.
La misma utilidad tiene una manta eléctrica o una bolsa de agua caliente, que aplicadas durante unas horas proporcionan calor directo en la zona, con las ventajas apuntadas.
Nuestra casa de campo, aun a pesar de ser nuestra "segunda vivienda", puede gozar, y la mayoría de las veces es así, de una serie de comodidades higiénicas, como la imprescindible bañera.
Los tratamientos de estas afecciones musculares se ven francamente favorecidos por la relajación a base del agua; bien templada, o caliente, hasta que nuestra piel pueda aguantarla, sin llegar a producirse un enrojecimiento de ella y como consecuencia un "eritema".
De acuerdo con esto, cuando tengamos un tirón dorso-lumbar, una lumbalgia de esfuerzo, como medida suplementaria puede usarse la bañera con agua bien templada y caudal suficiente para cubrirnos tumbados los riñones. La permanencia en esta postura, durante un tiempo no inferior a los diez o quince minutos, relaja los músculos lumbares y seda nuestro sistema nervioso.
Podemos ser más modestos de espacio y tener sólo una media bañera o simple ducha; de todas formas el "chorro" de la ducha, aplicado a la zona dolorosa, nos puede proporcionar un descanso y sedación no despreciable ante esta contingencia.
En el verano el agua de nuestra piscina al mediodía suele tener una temperatura muy agradable para el cuerpo, no es fría, y el mero hecho de sumergimos en ella nos alivia la tensión muscular de la zona afectada.
La hidroterapia, como médicamente se denomina este tipo de tratamiento, es muy efectiva cuando tratamos de corregir la tensión muscular por motivo de un traumatismo o lesión muscular.
Nunca nadar, pues supone un ejercicio; el hecho simple de mantenernos flotando durante unos minutos en el agua es suficiente para darnos un descanso muscular muy necesario en estos casos.
En los enfermos de lumbalgias de esfuerzo, sin lesiones óseas o musculares que las determinen, son aconsejables los remedios apuntados, remedios caseros, pero que nos permitirán, tal vez, continuar disfrutando nuestra salida al campo o nuestras vacaciones.
Las aspirina, la fuente de calor, el masaje por manos expertas y la hidroterapia en sus múltiples formas, son soluciones inmediatas y de fácil aplicación.
El tratamiento por infrarojos, onda corta, ultrasonido, son medidas terapéuticas propias de los servicios médicos cuando los remedios caseros no dan el alivio deseado.

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